La vida es imprevisible. No hay sorpresas.
Nunca se sabe qué hay a la vuelta de la esquina para poner a prueba tu determinación.
Los retos de la vida forman parte de la condición humana y, sin embargo, nadie es inmune a los estragos de la existencia. Surgen por razones que no puedes comprender y te hacen sentir como un pájaro herido, con las alas rotas.
Sin embargo, dentro de este conocimiento y a pesar de los trastornos de la vida, puedes volver a conectar con tu auténtico poder, por mucho que las condiciones no sean favorables.
La siguiente cita de Haruki Murakami significa tu capacidad para asumir el control de cómo interpretas el dolor y el sufrimiento: «El dolor es inevitable. El sufrimiento es opcional».
A través de mis propios contratiempos y los retos de la vida, he llegado a apreciar la lección definitiva de que no tengo el control. Con este conocimiento, me rindo a las fuerzas universales para que me confíen las experiencias que darán forma a mi destino.
Rendirse no significa apatía, sino desprendimiento mental y emocional de los resultados preferidos. Permites que el proceso de la vida se desarrolle a través de ti y, al hacerlo, confías en que tus necesidades se satisfagan en el momento adecuado.
Rara vez se te presenta una experiencia que no sea la suma de tus condicionamientos.
Cada desafío te lleva a crecer más allá de tu zona de confort. Al igual que las estaciones, que llegan y se van, tus retos tienen un propósito.
A veces puede que no sea evidente durante mucho tiempo, pero todo se desarrolla en línea con un orden mayor. No me refiero a la religión ni a la espiritualidad, sino a un intrincado orden universal que rige el marco de la realidad.
Avanzar a través de la tormenta
Hay un antiguo pasaje sufí que dice: «Esto también pasará».
Te invito a reflexionar sobre estas palabras durante tu hora más oscura.
El dolor y el sufrimiento retroceden para dar paso a una solución armoniosa. Los retos dolorosos se disuelven del mismo modo que la niebla matutina se disipa para revelar un día brillante.
Así pues, cede ante tus retos inclinándote hacia ellos en lugar de oponerte a ellos. ¿Qué ocurre cuando te acercas a tus retos en lugar de huir de ellos?
Te enfrentas a ellos de frente y construyes la confianza en ti mismo.
La tormenta representa tu hora más oscura en medio de la incertidumbre. Conocida como la noche oscura del alma, la tormenta tiene un propósito. Te dota de recursos vitales destinados a tu crecimiento personal.
No en vano, cuanto más grande sea tu juego, más difícil será tu caída. Los desafíos pueden surgir de repente, pero te llevan a un conocimiento más profundo de ti mismo.
Tu crecimiento personal se ve impedido si no es por los momentos difíciles. El hombre no alcanza su mejor nivel en las condiciones más amables, pero en la tormenta más dura descubre su verdadero potencial.
No desees sólo los buenos tiempos, sino saborea también los difíciles, ya que el progreso se realiza en condiciones de prueba. Las personas más felices son las que han pasado por dificultades para emerger con una profunda sabiduría que compartir con los demás.
No hay que esperar a que pase la tormenta, sino atravesarla.
Fue Winston Churchill quien dijo una vez: «Si estás atravesando el infierno, sigue adelante». La tormenta da forma a tu paisaje interior al exponer tus puntos fuertes y débiles.
Afila la sierra, como afirma Stephen Covey en su libro Los siete hábitos de la gente altamente efectiva.